Se puede correr sin problemas, pero los especialistas en
medicina y deporte advierten que el entrenamiento previo a los maratones es
clave para prevenir lesiones y otros trastornos para el cuerpo durante o
después de la competición.
Uno de los problemas más comunes son las torceduras y los
esguinces. Cuando el corredor se tuerce un tobillo, debe parar y caminar
lentamente. Si el dolor continúa, deberá ponerse hielo en su tobillo tan pronto
como sea posible.
También pueden desarrollarse calambres: hay que frenar,
estirar el músculo y tomar una bebida hidratante antes de reanudar la marcha.
Después, hay que reiniciar lenta y progresivamente la carrera. Algunos
corredores sufren punzadas de costado o dolor del bazo. Para controlarlo, deben
cambiar el ritmo de la respiración. Si no funciona, se debe disminuir el ritmo
y realizar una suave y permanente presión en el sitio dolorido. Si necesita
retirarse de la carrera por cualquier razón, hay que avisar al punto de
primeros auxilios más cercano.
Los desgarros musculares, las distensiones de los ligamentos
de la rodilla o del tobillo, las alteraciones en la cadera por el roce y el
golpe constante, y la deshidratación también pueden producirse por correr. Para
prevenir, “todo corredor debería hacerse un chequeo médico para detectar
problemas previos cardiovasculares o de columna. También el médico le debería
dar una evaluación sobre qué tipo de deporte puede hacer. No es lo mismo correr
5 kilómetros que 42.
El entorno debe estar preparado para problemas cardíacos.
“Es necesario que haya cardiodefibriladores en las competiciones, y también que
los socorristas sepan practicar reanimación cardiopulmonar adecuadamente”.
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