Nuevamente.



La impresión, pasada ya una semana de los 101 kilómetros, es ciertamente lejana a la vez que inmediata en la memoria. Una ambigüedad paradójica que se repite cada vez que realizo algún hecho, si no trascendental, sí notable y destacado que se sale de la rutina habitual. Esta sensación es la que llevaba en la salida que realizamos esta semana; algo que parecía que había sucedido hace ya mucho tiempo, pero que a la vez lo tenía tan presente como si aún no hubiese terminado.

Recuperados ya, o al menos no tan cansados, estuvimos en la mañana de ayer como alineación titular: María Pozo, Eduardo, Lara, Juanma Becerra, Jesús, Ana Jesús, Ana Rosa, Flory, Joan Marc con su hija Aitana, la más pequeña que hasta ahora ha venido nunca con nosotros y yo, un poco más tarde se nos unió Antonio Vargas y todavía más adelante lo hizo Salva. Y con el calor que pasamos hace siete días, en esta ocasión por poco si hay que llevar camiseta térmica; una bajada enorme de la temperatura hizo que la mayoría tuviésemos que desempolvar la ropa de manga larga. Como siempre y a las siete estuvimos los más tempraneros tomando un café para después, media hora más tarde, estar listos para la salida. En esta ocasión la relajación fue total y a excepción de un par de compañeros que quisieron trotar un poco, el resto fuimos caminando y hablando tranquilamente todo el camino.

Joan, a estas alturas no es necesario decir que es el ganador de las tres últimas ediciones de los 101 kilómetros, pero lo aclaro por si hay todavía algún despistado que no lo sabe, fue un poco la atracción de la mañana y nos fue contando los pormenores y sensaciones de la carrera además de acudir con la particularidad de llevar colgada a sus espaldas a su hija Aitana, que pronto parece que va a seguir los pasos del padre. Y así, charlando muy agradablemente nos presentamos en el tajo del Abanico, un entorno sin duda muy atractivo. Desde el principio del camino, ya salidos del barrio de San Francisco, este discurre sobre un firme asfaltado, rodeados de almendros, pinos, encinas y olivos; después de una pronunciada bajada llegamos al ramal de la Colada de Cortes de la Frontera, pero nosotros seguimos por el de la izquierda, que es el que nos lleva hasta el lugar elegido hoy.  Afrontamos el tramo más bonito de todo el recorrido y ante nuestros ojos se abre un espectacular paisaje de tajos y cortados adornados de variada y profusa vegetación; el camino aparece en algunos tramos empedrado, según algunos autores es de tiempos romanos, aunque lo más probable es que sea de origen medieval, cosa que tampoco está contrastada. Aquí nos hicimos algunas fotos y dimos por concluido el trayecto de ida, así que iniciamos la vuelta deshaciendo el camino que previamente habíamos recorrido. El sol ya calentaba un poco, pero seguía haciendo una temperatura un tanto fría. Nos dispersamos un poco al llegar al centro de la ciudad, emplazándonos para una siguiente salida, que en mi caso será dentro de dos semanas. No obstante, el miércoles propondré una nueva ruta para el sábado día veinticinco, última del mes de mayo.

Las fotos que hicimos podéis visionarla en el siguiente enlace à AQUÍ.

Para los que aun están perjudicados de la pasada semana, pronta recuperación y ánimos para salir nuevamente a los caminos.

A la hora de escribir esta página desconozco la suerte que habrá corrido Pepi y su hijo Pablo en la carrera de “LAS DOS COLINAS” que se celebra en la mañana de hoy en Granada. Les deseamos toda la suerte en la misma y el deseo de que hayan disfrutado de la carrera.

La semana que viene no os veo, así que esperaré para la próxima, ya en junio.
Como cada semana, salud, kilómetros y a gastar zapatillas.

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