Por qué corremos
Poco a poco voy a ir poniendo las páginas de un libro que estoy leyendo y quiero compartir con vosotros. Entre entradas de salidas y carreras iré intercalando estas páginas, espero que os vaya gustando.
Esta sería la primera entrega.
El libro en cuestión se llama:
Porqué corremos:
Esta sería la primera entrega.
El libro en cuestión se llama:
Porqué corremos:
Las causas científicas del furor de las
maratones
y está escrito por Martín
De Ambrossio y Alfredo Ves Lozada
El productor de cine inglés David Puttman buscaba alguna historia tierna y
épica que le permitiera hablar del valor, del esfuerzo y el sacrificio en una
Gran Bretaña que avanzaba a fines de los setenta hacia el inexorable
thatcherismo.
Un día, mientras leía en la cama, afiebrado, se cruzó con los nombres de
Harold Abrahams y Eric Liddell, dos atletas que en 1924 llevaron cuerpo y
espíritu al límite para poder llegar a los Juegos Olímpicos de París. Puttman
supo que era lo que estaba buscando, saltó de la cama para ponerse a trabajar
durante tres años en la película que llegaría a los cines en marzo de 1981 con
el nombre de “Carros de fuego” (Chariots of Fire, el nombre original en
inglés). El tono, la estética y la banda de sonido compuesta por Vangelis
hicieron que una simple historia de dos corredores ganara el Oscar como mejor
película en 1982 y se transformara en leyenda.
Una de las claves narrativas elegidas por Puttman fue bucear en los motivos
que Abrahams y Liddell habìan encontrado para hacer lo que hicieron.
-¿Por qué corres?
-le pregunta en una escena una preciosa cantante a Abrahams interpretado
por Ben Cross, mientras él intenta seducirla en un bar envuelto en el aire de
entreguerras.
El corredor la mira fijo, sonríe y repregunta:
-¿Por qué cantas? dice.
Ella vacila.
-Es mi trabajo…
-No: Lo hago porque amo cantar.
-¿Tú amas correr?
Abrahams no duda:
-Es más bien una adicción. Es compulsivo.
El diálogo sigue, y Abrahams confiesa que correr es para él, además, un
arma. En su caso, contra el antisemitismo y la discriminación de clase que
sufre (unas dosis de corrección política, siempre viene bien para seducir a la
Academia).
¿Y por qué corre Liddell, el otro héroe de la historia, encarnado por Ian
Charleson? Para él, un misionero escocés protestante, correr es otra forma de
desplegar su fe y su humildad, y un camino para honrar a Dios y encontrarse a
sí mismo a cada paso.
¿Qué es, entonces, correr? ¿Es una adicción? ¿Es un impulso irrefrenable?
¿Un acto de amor o un arma? ¿Una herramienta de evangelización? ¿Es un camino o
una excusa?
¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué lo hacen Liddell, Abrahams y todos los demás?
Según la antropología, el ser humano es capaz de correr bien sobre sus dos
pies desde hace dos millones de años. ¿Por qué lo haría el ser humano entonces?
Para cazar, para escapar quizás. La prehistoria es un terreno muchas veces
insondable.
¿Y ahora? ¿Por qué correr es pasión de multitudes, y no, por ejemplo,
saltar?
Quizás lo hagamos para probarnos. En todo caso, ¿para aprobarnos qué? Tal
vez sea una demostración de valor y esfuerzo, como pensaba el productor Puttman
de aquellos “jóvenes con alas en los talones”.
Podría ser una moda. Eso sí, si lo fuera, rompería con el molde de las
modas menos exigentes, más cómodas, frívolas.
¿Lo hacemos simplemente porque podemos? ¿Podemos entonces? ¿Es el cuerpo
humano una máquina preparada para correr? ¿Qué significa biomecánicamente,
correr?
En Kenia, por ejemplo, o en Etiopía, correr es muchas veces un medio de
transporte, lo que para muchos explica la supremacía africana en largas
distancias.
¿A partir de qué distancia o ritmo alguien puede decir que es un corredor?
¿Cuánto hace que el ser humano corre por correr?
La actividad física durante el tiempo libre está asociada con una esperanza de vida más larga, de hasta 4,5 años, e incluso a niveles relativamente bajos de actividad y de peso corporal, eso es lo que un equipo de investigadores de cancer han realizado.
ResponderEliminarSastamente....lo corroboro.
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