Un poco de historia
También tendrá impacto, 2.500 años más tarde, otra de las órdenes de Milcìades, aquella que supuestamente dicta, luego de la heroica carnicería, a un soldado llamado Filìpides: le pide que corra hasta Atenas para informar que el enemigo ha sido derrotado. Y como ya todos saben, el bueno de Filìpides –un hemerodromo, es decir, un heraldo militar que debía llevar a pié lo que hoy podría comunicarse por mail o mensaje de texto- encara al trote los casi 40 kilómetros que separan Maratón de Atenas, atraviesa semidesnudo los muros de la gran ciudad-estado –tal como ilustra el estupendo cuadro Le soldat de Marathon, del francés Luc-Olivier Merson- y con el último aliento comunica la buena nueva. “Nenikhkamen”, dicen que dijo. “Alégrense que ganamos”. La historia es perfecta y redonda, pero los límites entre mito y realidad se borronean de tal forma a la horade biografiar al primer maratoniano, dado que muchos historiadores dudan de que hablemos de un solo hombre, de una sola carre