1 de febrero
Perdiendo ya el respeto a los
kilómetros, “solo” veinticuatro kilómetros. Antes, cuando yo era más joven, de
eso hace ya mucho tiempo, hacer esos kilómetros era una barbaridad. Las medias
maratones populares surgieron hace relativamente poco tiempo. Cuando me refiero
a poco tiempo hablo de unos veinticinco años más o menos, claro que algunos en
este grupo llevamos bastantes más en esto del mundo de las carreras. Lo máximo
que hacíamos en una carrera eran diez kilómetros y ya nos parecía algo
exagerado. Ahora todo lo que no sea hacer cincuenta kilómetros en una carrera
nos parece una niñería. Y así lo de hoy no es más que un entrenamiento para los
101 kilómetros de Ronda, que eso ya es que no hay calificativo para
describirlo...y no es la más larga. Así que con las piernas algo doloridas haré
una breve crónica de la jornada de hoy.
El ritual comienza como siempre.
A las siete nos vamos viendo los primeros para tomar un café. Hoy la
temperatura no ha sido muy baja, a esa hora ya pasábamos de los diez grados. Un
poco más tarde y después de que fuesen llegando más amigos ya en Suritama,
después de hacernos la foto de rigor nos pusimos en marcha. Para esta ocasión
estuvimos: Pepi, Belén, Balbuena, Eduardo, Paco, Juanma Becerra, Pepín, Ana
Jesús, Charly, Paco Lora y yo.
Todavía las sombras se imponen sobre las
luces, pero menos. Bajamos por el carril del Cuco, antes de llegar a la Fuente
de don Pedro ya era prácticamente de día. Siguiendo el ritmo adecuado cada uno,
trotiandando, trote cochinero o caminando...pero como caminan, fuimos avanzando
por el Llano de la Cruz. Enfilamos el camino hacia Los Frontones, piano, piano
fuimos subiendo este camino otrora todo terrizo, hoy todo asfaltado, por lo que
hay que extremar un poco la precaución debido a la circulación de vehículos por
esta zona hasta llegar a las bodegas de La Melonera y Kieninger, esta última
propiedad de Martin Kieninger, bodeguero y arquitecto natural de Ried, en el
Norte de Austria, y vive desde 1998 en Ronda; En el año 2000, Martin Kieninger
puso en marcha la Bodega Kieninger junto con Ana Montenegro, trayendo 4.000
cepas de Austria que plantó en su finca ubicada en esta Partida de Los
Frontones. Las variedades Blaufraenkisch, Zweigelt, no usuales en esta zona,
proporcionan un nuevo impulso a la viticultura de la Serranía. Estas serán dos
de las varias bodegas que avistaremos durante el recorrido de hoy. A partir de este
punto ya comenzamos una zona de piso mas terroso. Después de alcanzar la zona
de la Mata del Marqués comenzamos la subida hacia el cortijo Madrid, aquí es ya
un terreno más exigente a la vez que bonito, todo rodeado de grandes encinas y
quejigos. Después de esta subida de aproximadamente tres kilómetros llegamos al
camino del puerto El Monte al puerto El Quejigal. A la derecha dejamos el monte
de Las Salinas y seguimos hacia la izquierda en dirección al puerto El Quejigal.
Pasamos por la finca de La Tormentilla que dejaremos a la derecha. A la
izquierda las bodegas Excelencia; estas instalaciones son de reciente
construcción y están equipadas con las últimas tecnologías y maquinarias para
la obtención de la mayor calidad de sus vinos. También su actividad está
enfocada al Enoturismo, contando con las instalaciones necesarias para recibir
visitas y prestar servicios de restauración tanto a empresas como visitantes
interesados en el mundo el vino. Mas adelante también veremos las bodegas de
Doña Felisa, como veis tuvimos una mañana muy enológica. Después de recorrer aproximadamente
unos 5 kilómetros llegamos hasta el puerto El Quejigal. Punto que aprovechamos
para tomar algo y reponer sales y complementos perdidos. Tuvimos que hacer unos
kilómetros por la carretera que se dirige hasta Acinipo hasta tomar el carril
que baja hacia el camino de la casa de La Coronela y así llegar al barrio de
Las Latas. Pasamos junto al lateral del hotel Molino del Puente para seguir
paralelo a la vía del tren y así llegar a la pirotecnia Badillo. Afrontamos la
última subida que previamente antes habíamos bajado que es la de la Fuente de
Don Pedro hasta llegar nuevamente a Suritama. Aquí ya terminamos.
Una mañana
excelente, en cuanto al recorrido y al tiempo que nos ha acompañado en todo
momento.
Como siempre y para dejar
constancia nos hicimos unas fotos, podéis verlas en el enlace siguiente à FOTOS
Con un refrigerio en el
restaurante del hotel Berlanga acabamos despidiéndonos hasta la próxima semana.
El miércoles subiré la ruta a seguir. También propia de donde discurren los 101
kilómetros.
A disfrutar de la vida y de lo
que más nos gusta.
Salud, kilómetros y a gastar
zapatillas.
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